Jardín de Pulpos

Arístides Vargas es uno de los autores más importantes de Latinoamérica. Argentino de nacimiento y exiliado en Ecuador, sus obras se caracterizan por lo onírico y las imágenes que crean los personajes, en las que la ausencia es un signo recurrente de las tramas; es una búsqueda de la identidad del hombre, donde la memoria y el olvido forman las bases fundamentales para que los personajes deambulen en un espacio sin definir. En el caso de Jardín de Pulpos, la ópera prima de Vargas, el texto remite a la existencia del hombre transgrediendo lo verosímil, en que la contradicción de la memoria hace que José recurra a recuerdos e imágenes que son insustanciales y, a la vez, obvias; signos atemporales con gran sentido imaginativo y onírico que transportan al espectador al universo del autor. Palamides contextualiza esta obra, un tanto filosófica, a partir del lenguaje del autor, llevando a la puesta en escena la magia poética profunda en diez personajes que fungen como imágenes que envuelven la memoria de José. Antonia, por su parte, se convierte en una especie de lazarillo de José para que este recupere la memoria. En un escenario de arena bifrontal a espacio vacío, demarcado solamente con arena azul, los actores se desenvuelven teniendo como únicas herramientas la palabra, junto a un exigente trabajo interpretativo. Eulalia Siso, reemplazada por Marisol Matheus después de las primeras temporadas, interpretan a Antonia, un personaje etéreo que, a través de su locura, es la conciencia que guía a José hacia sus más profundos recuerdos. En ellos, surgen personajes que irrumpen en los sueños de José para unir su pasado y su presente. Los actores abordan estos personajes a partir del juego imaginario, como premisa para la confrontación existencial de un hombre sumergido en el limbo del olvido.